La luz tenue de la lámpara no alcanza a iluminar todo pero alcanza a tocar suavemente cada pared mientras lucha con el humo que recorre la pieza en forma circular, buscando una salida. Pero no la hay. El cuarto esta cerrado y el aire es más bien escaso. Hay una puerta pero nadie se ha atrevido a abrirla, una ventana con sus engranajes demasiado oxidados como para moverla sin que se caiga.
El se empeña en buscar letras en el calor emanante del cenicero, y en el se encuentra el hedor mismo del cansancio, de las horas frente al cuaderno, las colillas de lo vivido, la resina impregnada hasta en el interior del fiel lápiz BIC representa bien lo que podría ser su garganta. No ha hablado en días, ni siquiera ha comido más que un paquete de galletas completamente blandas y litros y litros de café.
Lleva una semana sumido en la miseria del que no tiene a quien escribirle, el hacerlo para si mismo ya casi perdió cualquier sentido porque el en parte dejo de serlo. Ahora no se siente más que lo que dicen esas hojas que miro durante horas. Y ahora lo torturan, lo someten a no abandonarlas. Ya no puede regresar afuera, donde está el sol, el aire, las flores y los pájaros. Eso no. Lo único que le queda es esa pequeña pieza y esa historia por escribir.
Su historia se trata de un hombre que escribe, un anciano que se dedica a contar las vivencias de un pasado quizás no tan glorioso, pero bastante intenso. Un viajero pobre y astuto que no supo de estabilidad. El pensó que escribiendo podría terminar dándole algún sentido a todas ellas, mal que mal pasó la vida de lugar en lugar solo para tener algo que decir. Espero con todas sus fuerzas el momento del gran final.
Y llego el momento, sofocante. El sueño se apodera de sus hombros, sin darse cuenta sus piernas ya no tenían fuerzas. Finalmente el aire se acaba y el final aun no está escrito, pero su destino finalmente ya fue sentenciado. Su desesperación se nota en sus manos, una firme en el cuaderno amarillo, la otra, en el lápiz, escribir la última nota, el final.
- La vida por un sueño, la vida es un sueño. Ochenta y algo de años soñando, para morir sudando tratando de cumplir con los días. Una vida es corta, y cientos también. Pero luego de cada sueño, cada larga noche, hay un sol por el este que insiste en levantarse. La vida es un gran día, es mi turno de dormir, y mañana, el sueño acaba. Y otra flor se abrirá al amanecer, y acabara al perecer.